"Cara, vienes a París conmigo. Cruz, te quedas". Los ojos de Myles tenían un brillo burlón, pero Paula sabía que hablaba en serio.
Myles era el hermano pequeño de su difunto marido, y Paula siempre le había protegido cuando su trabajo como corresponsal en el extranjero o su afición a las mujeres le habían puesto en situaciones difíciles. Pero un beso sofocante e inolvidable hizo que las cosas cambiaran.
Myles lanzó la moneda al aire y Paula observó como giraba. Contuvo el aliento...
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